Ir al contenido principal

__________________________________________________________________
              
Argenis García Del Rosario                                 Derecho Administrativo
________________________________
Juez del Tribunal Superior de Tierras, Dpto. Este
docente de Derecho Público en UCE, UASD y EMP                          
Magíster en Derecho de la Administración del Estado,
Magíster en Derecho Tributario y Procesal Tributario.




La Administración Pública es para Hacer Feliz a la Gente.



RESUMÉN:

[Muchos gobiernos del mundo, hoy en día, basan su desarrollo social en función del crecimiento de su Producto Interno Bruto, a pesar de que los índices de paz y felicidad de entidades que se dedican a esos fines, colocan a esos mismos gobiernos en la cola de sus listas. ¿Qué estamos haciendo mal, cuando hay un sistema económico in crescendo para el país, pero su gente no se siente feliz? Se ha dicho, con toda razón, que la finalidad de todo gobierno es la felicidad de su gente, veamos en las siguientes líneas algunos enfoques a tomar en consideración para la concreción de esa finalidad.]

PALABRAS CLAVES:

[Felicidad. Producto. Interno. Bruto. Servicio. Público. Calidad. Bienestar. General. Seguridad. Salud. Educación. Transporte. Crecimiento. Económico. Gobierno. Dignidad.]









« Introducción »

Los libros que desarrollan científicamente la antropología y teoría de la evolución del hombre, citan a una distancia de más de seis millones de años la aparición de las primeras sociedades civilizadas. Incluso, si lo vemos desde un punto de vista religioso-cristiano, desde la creación de los primeros hombres, se observan rasgos de agrupación y crecimiento conjunto entre los orígenes de asentamientos humanos. Desde que el ser humano comenzó a multiplicarse y a expandir su dominio sobre la tierra y toda la creación, advirtió que había necesidades colectivas que no podían ser satisfechas por la generalidad de los hombres al mismo tiempo. Era necesario, la creación de alguna figura o institución que se encargase administrar los intereses colectivos de cada quien para dar respuestas universales a aquellas necesidades consideradas como comunes a todos: alimentación, salud, educación, seguridad, etcétera.

Podría decirse que los orígenes mismos de la administración pública, en su concepción más rudimentaria, se remontan a la evolución misma del ser humano pues, con ese proceso evolutivo desde sus inicios apareció la necesidad de organizar, diseñar, regular, controlar o ejecutar acciones orientadas a la satisfacción de aquellas necesidades. Empero, históricamente, unas sociedades más que otras, hicieron aportes al desarrollo de este concepto como hoy lo conocemos, entre ellos los pueblos griegos, egipcios y romanos. Sin embargo, es a partir del siglo XX cuando se dan grandes avances en materia de administración pública llevándonos a tiempos de la innovación y la tecnología tal y como la conocemos hoy. Pero desde aquellos tiempos, hasta nuestros días, el control, manejo, diseño y ejecución de los planes destinados al bienestar social han sido colocados en manos de líderes políticos que conducen ese “poder” otorgado por la mayoría hacía los mejores intereses colectivos.

Naturalmente, aunque todos somos legítimos dueños y señores del interés general[1], así como de todos los bienes y servicios públicos, es imposible que todo ese colectivo sea capaz de administrar ese todo al mismo tiempo, sino que se hizo imperioso dividir el trabajo, asignar funciones (directas o por representación popular) como un reducto más de planeación y organización que, a la postre, conducen a un mismo concepto: administración pública. Visto de esa forma, concluirá el lector, que la administración pública en sus diferentes conceptos que se le puedan otorgar o las maneras políticas que existan en cada país, al final del día solo tienen un origen común y un destino por igual: el bienestar general del pueblo.

« La Administración Pública es para Hacer Feliz a la Gente »

En estos días que uno sale las calles y tiene la sensación de que cada quien anda con un enojo y agresividad inmanejable encima, donde conducir un vehículo de motor en esta sociedad “civilizada” es prácticamente una hazaña, tomando en cuenta que tenemos un índice de mortandad por accidentes de tráfico vehicular de un 41.7 muertes por cada cien mil habitantes en nuestro país, que además ocupa, el segundo lugar en la lista mundial en ese renglón según datos de la Organización Mundial de la Salud[2], es imposible replantearnos nuestro futuro como sociedad. El servicio de transporte público en nuestro territorio parece haber colapsado frente a la demanda de usuarios del sistema, y principalmente, frente a las condiciones precarias en que es ofrecido al público. Nuestro parque vehicular supera, con creces, la capacidad de una sociedad “organizada” como la nuestra y en las llamadas “horas pico” el colapso en el tránsito es caótico provocando largos entaponamientos que no solo contribuyen a la quema de un combustible cada semana más oneroso, sino también a un desperdicio de tiempo lamentable en los ámbitos productivos de cada quien.

Nuestro parque vehicular sigue en aumento, las estadísticas muestran que en el año 2017 hubo un incremento de un 6.3% con respecto al año 2016 para un total de 4,097, 338 unidades de vehículos de motor, donde el 54% de esa cantidad son de motocicletas que, como sabemos, proliferan como la hierba mala en nuestras calles y avenidas[3]. Ese aumento en el parque vehicular anuncia un estimado de 2 vehículos por persona, lo que sin dudas es alarmante. Lógicamente, en suelo patrio, tener uno o dos vehículos en el aparcamiento de la casa (o incluso en la vía pública) no es un lujo, es una necesidad frente a un servicio de transporte público que no garantiza los estándares mínimos de seguridad, confort y disponibilidad.


Más recientemente el Institute For Economics and Peace, dio a conocer su “índice de paz global” – un indicador que mide por país, o a nivel regional, el nivel paz – en el mes de abril 2019, en el que se destaca que la República Dominicana tiene el posicionamiento número tres en el porcentaje de personas que no sienten seguridad al transitar por las calles o avenidas de nuestros barrios y ciudades durante horas nocturnas. Se destacan indicadores preocupantes que se incrementan en nuestro territorio como la percepción de criminalidad (4.0), violencia doméstica (3.0) o la tasa de homicidios que alcanza un 4.7 por ciento[4]. Este reporte revela que uno de los servicios públicos más elementales de las políticas públicas de un gobierno, como es la seguridad de su gente, no se encuentra en las mejores condiciones, un hecho que según otros informes del mismo organismo no ha variado desde mayo del año 2007 cuando se rindió su primera edición en dónde nuestro país ocupaba el puesto número 74 de 163 países que obtuvieron la calificación más alta con respecto a las naciones consideradas más pacíficas, mientras que en este reporte de 2019, descendimos a la posición número 91, lo que implica que en apenas 12 años nuestro puntaje de paz bajo 17 posiciones en la escala de países evaluados.

En lo que va de este año 2019 también, se ha dado a conocer el “Informe Mundial de la Felicidad” (The World Happiness Report) publicado por la Organización de las Naciones Unidas y disponible en su portal web[5]. Según dicho informe, de un listado de 156 países, Finlandia ocupa el lugar número uno (por segundo año consecutivo), y dentro de la última posición de los países menos felices del mundo, lo ocupan la vecina nación de Haití en el puesto número 147 y Sudán del Sur en la posición número 156; mientras que, la República Dominicana – a pesar del buen humor y la jocosidad innata de los dominicanos – ocupamos la posición número 77, muy distante de los primeros lugares reservados en los primeros diez puntajes para naciones como Suecia, Noruega, Islandia o Dinamarca. Cabe destacar que el informe se basa en indicadores como la corrupción, expectativa de vida, ingresos, salud, apoyo social, entre otros; lo que nos deja entender, que a nivel de las políticas públicas enfocadas en esos sectores por nuestros gobiernos la inversión no ha sido suficiente.

¿En qué se basa la felicidad de un país? La respuesta no es simple ni única, pero por lo general existe una tendencia a asociar el crecimiento económico de un país con bienestar, progreso y por tanto felicidad. En el caso de nuestra nación, de acuerdo con las proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe – CEPAL – la República Dominicana liderará el crecimiento económico de Centroamérica con un 5.7% para este año 2019. De acuerdo con el indicado organismo internacional en su balance preliminar de las economías de Centroamérica en el año 2018[6], los dominicanos tuvimos un crecimiento de 7.0% el pasado año debido, en gran medida, a la actividad creciente del sector construcción, las comunicaciones y las exportaciones de zona franca. Con estos datos coincide la consultora Oxford Economics, que anticipa para nuestro país un liderazgo en el crecimiento socioeconómico para América Latina en el periodo comprendido entre el año 2019 a 2035, con un promedio anual de un 4.9% según fue publicado en diciembre del año 2018 por la BBC Mundo en su versión digital[7], destacando que “la fórmula dominicana” de este crecimiento económico, tiene como motores impulsores la inversión extranjera y el turismo.

¿Si crecemos tanto económicamente en nuestro Producto Interno Bruto (PIB), porque no se refleja ese crecimiento en su gente y sus índices de felicidad? “…gracias a una mayor cantidad de automóviles, crece el consumo de combustible y el número de víctimas de accidentes, también crece el gasto sanitario y el de reparaciones de los coches. Si la calidad del agua del grifo sigue deteriorándose en todas partes, gastaremos cada vez más dinero en agua embotellada, que deberemos transportar en mochilas o bolsas en nuestros desplazamientos, largos o cortos… en todos estos casos y una multitud de situaciones parecidas, hay más dinero que cambia de manos y se hincha el PIB. Esto es indudable; lo que es menos evidente es que se produzca un crecimiento paralelo de la felicidad de los consumidores… es una falsedad la idea de que el PIB es una medida de la felicidad de un país, pues el PIB no refleja la salud de nuestros hijos, la calidad de nuestra educación ni el grado de diversión de nuestros juegos. No mide la belleza de nuestra poesía ni la solidez de nuestros matrimonios. No se preocupa por evaluar la calidad de nuestros debates políticos ni la integridad de nuestros representantes… en una palabra: el PIB lo mide todo, excepto lo que hace que valga la pena vivir la vida… para concluir: pretender que la cantidad y la calidad de la felicidad humana se pueden conseguir centrando la atención en un solo parámetro, el PIB, es extremadamente engañoso…”[8]

Definitivamente el crecimiento económico de un país, y prueba de ello es el nuestro, no determina el grado de felicidad de su gente. La felicidad, sin embargo, es el objeto de todo gobierno, de toda administración pública. De hecho, aunque nuestra Constitución no lo registra en su contenido en estos términos, nuestras bases inspiradoras del movimiento constitucionalista dominicano tuvieron, en su momento como modelo, a la Constitución de Cádiz del 1812 la cual en su artículo 13 expresamente señala que: “…el objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”. Y tal como se puede rescatar de la cita del párrafo que antecede, la gente no es feliz si sus gobiernos no les garantiza servicios públicos de calidad: “…es una falsedad la idea de que el PIB es una medida de la felicidad de un país, pues el PIB no refleja la salud de nuestros hijos, la calidad de nuestra educación ni el grado de diversión de nuestros juegos…”[9], lo que equivale a decir servicios de salud, educación, deporte y recreación de calidad.

En ese sentido, la forma en cómo un gobierno logra parte esencial de la felicidad de sus ciudadanos es cumpliendo con eficacia el objeto de la creación del concepto de administración pública, que fundamentalmente es ofrecer los servicios básicos y estratégicos que permitan no solo el desarrollo de la nación sino también el mejoramiento de la calidad de vida de cada individuo. En efecto, veámoslo en un caso hipotético relativo a un día en la vida de un ciudadano (a) cualquiera en nuestra sociedad:

Juan Pérez, es un empleado promedio de la construcción que, a pesar de ser profesional de la contabilidad, no ha logrado mejores condiciones laborales pues salir de una universidad en este país no te garantiza trabajo. Luego de una jornada dura del día, habiendo salido a las seis de la mañana de su casa, regresa a la misma promediando las ocho de la noche. Para llegar a su destino, tuvo que tomar cuatro tipos de transporte público diferentes (entre ellos, el tradicional e informal “motoconcho”), lo que, además de la inseguridad vial y la congestión del tráfico, le representó casi dos horas de su vida sentado en un asiento destartalado de una “voladora”. Finalmente llega al barrio donde vive, pero advierte que – como casi siempre – el alumbrado público de las calles no funciona, y el camino desnudo de asfalto dificulta su marcha a pies. A ello se le agrega una ligera llovizna que, prontamente, convirtió el polvo en una densa masa de lodo bajo sus pies que estropeo su calzado. Juan, a pesar de que lleva años residiendo en ese barrio, sobrecogió sus hombros y se confesó a la divina providencia para que no lo “atraquen” antes de llegar a su humilde morada, pues el servicio de seguridad civil del Estado, sencillamente “no entra” a ese sector por su nivel de “peligrosidad”. Cuando finalmente llega a su casa, entra raudo y veloz al baño para asear su cuerpo cansado. Abre el grifo de la ducha, para confirmar su sospecha: no hay agua potable. A regañadientes, y entre mil maldiciones pronunciadas “al gobierno”, usa los envases de agua de emergencia (dos galones). Sale a su habitación, pensando que disfrutaría de un “airecito” acondicionado que con mucho esfuerzo adquirió, para sofocar el clima caliente, pero nuevamente descubre que el servicio de energía eléctrica brilla por su ausencia y el pequeño inversor que usa, para subsidiar la falta del Estado, es incapaz de prender el aparato. Juan, decide diluir el mal momento y saciar su hambre con un pan duro y dos huevos que fue lo único que encontró en su despensa. Acto seguido, se acostó entre el calor y los mosquitos en su pequeña litera, y casi 30 minutos después, comenzó a sentir un fuerte dolor de estómago que le quito hasta el habla. Pensó en levantarse y acudir al hospital público del sector, pero calculó a la distancia que estaba, y que ya a esa hora el transporte público era prácticamente nulo, más la inseguridad de caminar nuevamente por las calles, unido a la deficiente atención que de seguro recibiría en el lugar de salud. Prefirió aguantar el dolor, y cuando ya no pudo más, no se sabe si por prescripción divina o una reacción inusual de su cuerpo, se quedó dormido y soñó con un país donde los servicios públicos, que se sostenían de sus impuestos, funcionaban y tenía una vida no necesariamente feliz a plenitud, pero lo más cercano a ella.

Los servicios públicos y las diferentes políticas públicas de un gobierno no solo están destinadas a satisfacer las necesidades colectivas[10], también suponen como efecto directo e inmediato, la mejora en la calidad de vida de la gente. En el año 2015, la Organización de las Naciones Unidas aprobó los denominados objetivos de desarrollo sostenible (ODS), que básicamente y en esencia constituyen un norte común de las naciones del mundo de armonizar su crecimiento económico y desarrollo con los conceptos de bienestar y felicidad para las futuras y presentes generaciones. En el caso de nuestra legislación adjetiva interna, el 25 de enero de 2012, fue promulgada la ley núm. 1/2012, sobre Estrategia Nacional de Desarrollo, a partir de la cual se fijaron cinco ejes centrales del desarrollo de la nación hacía el año 2030, siendo el segundo eje – según reza el artículo 8 de esta ley – procurar una sociedad con igualdad de derechos y oportunidades, en la que toda la población tiene garantizada educación, salud, vivienda digna y servicios básicos de calidad, y que promueve la reducción progresiva de la pobreza y la desigualdad social y territorial.

Es decir, según el preámbulo de la propia ley, la Visión de la Nación 2030 demanda la superación de la deuda social acumulada en la República Dominicana en materia de educación, salud, equidad de género, protección de los grupos vulnerables y acceso a servicios básicos. El nuevo modelo de desarrollo de la República Dominicana debe sustentarse en la construcción de mecanismos que hagan efectiva la igualdad de derechos y oportunidades para toda la población, como forma de asegurar el avance en la reducción de la desigualdad social y territorial, y hacer posible que la gran masa de dominicanos y dominicanas que hoy viven en la pobreza puedan progresivamente elevar su nivel y calidad de vida. O dicho en términos menos ortodoxos: la necesidad de hacer real la prestación de los servicios públicos esenciales para que cada persona viva con un margen apreciable de dignidad como ser humano y que, en su desarrollo individual, reciba bienestar y felicidad.

« Conclusión »

Hoy en día se ha cambiado la felicidad por un concepto más realizable: la búsqueda de la felicidad, de forma tal que ya la felicidad no es un destino, sino un camino. Desde hace varios lustros pequeñas naciones, como el caso concreto del reino del Himalaya (Bután, al sur de Asia) se han enfocado en edificar un índice de Felicidad Interna Bruta (FIB), que por oposición al Producto Interno Bruto busca establecer los niveles de satisfacción de su gente con miras a implantar un sistema socioeconómico que no tenga por base las riquezas materiales del país. De hecho, el 19 de julio de 2011, la Organización de las Naciones Unidas aprobó la resolución núm. 65/309 mediante la cual se reconoce la búsqueda de la felicidad como un objetivo humano fundamental para las 193 naciones que conforman ese magno organismo internacional, y dentro de las cuales, está la República Dominicana.

La actividad administrativa del Estado esta íntima e indisolublemente relacionada con la prestación de servicios públicos como elemento que explica no solo la relación del Estado con los ciudadanos sino que se convierte en fuente de legitimidad del poder público. Los servicios públicos implican, por tanto, toda actividad de la administración cuyo cumplimiento es indispensable a la realización y el desarrollo de la interdependencia social y porque ella es de tal naturaleza que no puede ser realizada completamente sino por la intervención de la fuerza que gobierna[11]. Esa fuerza que gobierna, tal y como insta la Constitución de Cádiz del 1812, debe tener como finalidad última la felicidad de los gobernados, felicidad esta que se alcanza en gran medida cuando aquellos cuentan con servicios esenciales para su subsistencia como alimentación, educación, salud, vivienda digna y otros, de no menor trascendencia social.

La Constitución de la República Dominicana, en su artículo 8 se describe la función esencial del Estado, y en resumen la reduce al deber de la administración de facilitar los medios para que los dominicanos se desarrollen como personas en un ambiente de bienestar general y derechos de todos y todas. La manera en cómo se desarrolla la actividad administrativa de los gobiernos del Estado tiene mucho que ver con la concreción de ese objetivo común de las naciones del mundo. No basta con tener gobiernos democráticamente elegidos, sin con ellos no se logra que los ciudadanos alcancen sus fines naturales y sociales como seres humanos. La dignidad de la gente y su calidad de vida, están íntimamente vinculados con su estado de felicidad. De hecho, la palabra dignidad humana aparece, por lo menos, unas 11 veces en texto de la actual Constitución, lo que no es casual sino una aspiración como país.

























Referencias bibliográficas:

§  Marín Cortés, Fabián G. Los Servicios Semipúblicos Domiciliarios. Edición 2010, editora Temis. Bogotá, Colombia.

§  Bauman, Zygmunt. El Arte de la Vida. Primera edición, año 2009. Ediciones Paidós Ibérica S.A. Buenos Aires, Argentina.

§  Proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe – CEPAL – sobre la República Dominicana: www.cepal.org

§  www.bbc.com/mundo/noticias-45450598 

§  Índice de paz global, abril 2019. www.economicsandpeace.org

§   Informe Mundial de la Felicidad” (The World Happiness Report) publicado por la Organización de las Naciones Unidas: www.un.org

§  Informe Gerencia de Estudios Económicos y Tributarios, Dirección General de Impuestos Internos. Parque Vehicular 2018. Disponible en: www.dgii.gov.do


§  Ley No. 107-13 de fecha 6 de agosto de 2013, sobre derechos de las personas frente a la administración.

§  Ley núm. 1/2012, de fecha 25 de enero de 2012, sobre Estrategia Nacional de Desarrollo.

  • Resolución núm. 65/309, del 19 de julio de 2011, la Organización de las Naciones Unidas.

  • Constitución de la República Dominicana del 26 de enero de 2010.

  • Constitución de Cádiz del 1812



[1] Véase considerando cuarto, Ley No. 107-13 de fecha 6 de agosto de 2013, sobre derechos de las personas frente a la administración.
[2] Véase www.who.int/es
[3] Véase informe Gerencia de Estudios Económicos y Tributarios, Dirección General de Impuestos Internos. Parque Vehicular 2018. Disponible en: www.dgii.gov.do
[4] Véase www.economicsandpeace.org
[5] www.un.org
[6] www.cepal.org
[7] Véase www.bbc.com/mundo/noticias-45450598
[8] Bauman, Zygmunt. El Arte de la Vida. Primera edición, año 2009. Ediciones Paidós Ibérica S.A. Buenos Aires, Argentina. Páginas 14-19.
[9] Ibídem
[10] Véase artículo 147 de la Constitución de la República de 2010.
[11] Marín Cortés, Fabián G. Los Servicios Semipúblicos Domiciliarios. Edición 2010, editora Temis. Bogotá, Colombia. Páginas 41-42.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

TRIBUNAL SUPERIOR ADMINISTRATIVO: ¿voto disidente? RESUMEN: [ En los tribunales colegiados las decisiones se adoptan por mayoría de votos, sin embargo, los votos de los jueces que no están de acuerdo en su totalidad con la decisión pueden hacerse constar a título de voto disidente o salvado, lo cual es una conquista de las sociedades democráticas que garantiza la independencia de la judicatura. A pesar de ello, en el Tribunal Superior Administrativo, como tribunal colegiado, no existe esta posibilidad porque así lo ha negado el legislador del 1947 y 1992. En las siguientes líneas se estudian las implicaciones de tal prohibición legislativa]. PALABRAS CLAVES:         [ Voto. Disidente. Imparcialidad. Independencia. Democracia. Sentencia. Deliberación. Política. Poder. Legislativo. Judicial] « Introito » La razón de que la independencia judicial tenga tanta importancia pública se debe a que una sociedad libre solo exist...

Responsabilidad Patrimonial del Estado en materia de Contrataciones Públicas.

RESUMÉN: [ La responsabilidad patrimonial del Estado en materia de contrataciones públicas, en nuestro derecho, pocas veces hace alusión a la obligación de la administración de indemnizar a aquellas personas con las que mantiene una relación contractual, por incumplimiento del contrato o en virtud de una resolución del mismo. Aunque la legislación que establece el régimen de la responsabilidad de las administraciones públicas no excluye expresamente la de origen contractual, lo que plantea algunos problemas prácticos, bajo este concepto se alude generalmente a la responsabilidad extra contractual. En el presente artículo, veamos sobre líneas generales algunas implicaciones jurídicas, enfocada, desde estos ámbitos. ]  PALABRAS CLAVES: [Responsabilidad. Patrimonial. Contractual. Daño. Perjuicio. Lucro. Cesante. Emergente. Antijurídico. Solidaridad. Funcionario. Adjudicación. Actos. Separables. Procedimiento. Irregular. Actuación. Lícita. ] « Introducción » Este concepto hace alusión ...
  ____________________________________________________________                        Argenis García Del Rosario                                    Derecho Administrativo ________________________________ Juez de la Cámara Civil y Comercial del Distrito Judicial de la Romana; docente de Derecho Público en UCE, UCNE, UASD y ENJ. Magíster en Derecho de la Administración del Estado, Universidad de Salamanca, España. derechouce@gmail.com Muerte de un burócrata . RESUMEN: [ En el ejercicio de sus potestades administrativas los funcionarios y agentes públicos suelen invocar ritualismos excesivos y formulas sacramentales para determinar al ciudadano el cumplimiento de ciertas reglas in...